domingo, 1 de marzo de 2009

Compostela con encanto, o Entrerúas



Santiago y la vida misma a veces crean relaciones de mímesis difíciles de explicar, quizás porque las dos vienen definidas por un camino, que sé yo.
Resulta que no sólo Praga tiene una de las calles más pequeñas de toda Europa, entre las dos rúas de la zona vieja (la nova y la del Vilar) te encontrarás con la angosta callejuela del entrerúas.
Atravesar este estrecho pasaje puede evocarnos la propia transición vital, el paso de la juventud a la madurez, de la edad madura a la vejez…y no sigo con consecuciones obvias. No ha lugar.
La calle comienza en el inicio de la rúa nova, aparece salpicada del misterioso claroscuro que hace de Santiago un lugar tan especial. Suelo empedrado y paredes con musgo. Caminas por ella sin percibir la supuesta constricción de sus paredes, seguro que más de un visitante algo escéptico y muy viajado dirá “No es para tanto” y tendrá razón. En medio de estas cavilaciones ya se ha llegado a una pequeña placita. A modo de rellano, o descansillo. Una plaza, por cierto, bastante anodina, sin mucho encanto para los estetas más estrictos. Alberga, sin embargo, dos restaurantes muy apreciados por los compostelanos (O Entrerúas, con buena y abundante comida casera a buen precio y A Tulla, de propuestas algo más originales y gran oferta vegetariana)
Pues prosigues tu camino, pensando que no había sido tan estrecha la calle en cuestión, y entonces, al dejar atrás la placita te descubres en una calle mucho más estrecha que la anterior, con más musgo en las paredes, cuentas los bloques de piedra del suelo (que están numerados) a la espera de que esta nueva calle, todavía más estrecha, pase pronto, a la espera de otra placita entre calle y calle.


Santiago and life itself create sometimes mimetic relationships which are hard to explain, maybe because both of them are defined by a certain concept of “way”, it is difficult to explain…
It turns out that Praga is not the only city with one of the narrowest streets in Europe. Here, in between two famous streets of the Old city: Rúa Nova and Rúa do Vilar, you can find the narrow street “Entrerrúas”.
Passing through this passage can evoke life transition, our move from youth to maturity, from maturity to old age… and I do not go on with the inevitable. It is not the place.
The street goes from the beginning of Rúa Nova and appears sprinkled with the mysterious chiaroscuro that makes Santiago such an attractive place, with its stone floors and mossy walls. You walk through it without perceiving the supposed constriction of its walls, sure that more than one sceptical and travelled visitor will say: “It is not that much” and he will be right. In the middle of these thoughts one has already arrived in a small square. It is like a small landing. The square, by the way, is quite anodyne and does not hold much charm for the strictest aesthetes. Even so, it shelters two restaurants that are quite appreciated by the people of Santiago de Compostela. (Entrerrúas: with good and plentiful home-made food at good prize, and A Tulla: with somewhat more original proposals and a great offer of vegetarian food).
You go on thinking that the street was not so narrow anyway… and just then, when you leave the square behind, you discover a much narrower street than the previous one, with much more moss on the walls and you find yourself counting the blocks of stone in the floor (they are numbered) expecting that this new, even narrower street will finish soon, and waiting for another square to appear between the streets.

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