AL INVIERNO, CASTAÑAS
Antes de que llegara la patata de América la castaña era la base de nuestra alimentación, incluso, en algunas zonas de Galicia, se llama patata al fruto del castaño. Desde Octubre, los bosques de castaños llenan el suelo de erizos abiertos en canal, mostrando su terso y brillante fruto.
Os cuento esto porque es un frío difícil de combatir el nuestro, no por riguroso, sino por que se interioriza; como las lecciones mejor aprendidas. La humedad del aire se infiltra silenciosamente a través de los poros de la piel hasta llegar a nuestros huesos, y no hay suficientes capas de ropa. Por eso, hay que combatir el frío desde dentro y los puestos de castañas son el mejor remedio. Situados a la entrada la Rúa Nova y de la Rúa do Franco los castañeros prescriben calor envuelto en papel de periódico. Posología: tomar media docena siempre que se necesite.
Dos vagones antiguos de hierro forjado y entrañas de carbón incandescente asan, entre el frío y las noches prematuras, kilos de castañas diarios; asegurando un dulce aroma nada más traspasar el umbral de las principales entradas de la zona vieja.
Imposible no sonreír cuando consigues tu cucurucho de papel de periódico bien cargadito del manjar y lo aprietas fuertemente entre las manos. Pelas una con urgencia, todavía quema…bajo el tizón muestra un interior dorado y tierno, humeante…te la llevas a la boca y un vapor calido baja por tu garganta…y al calorcito las penas parecen menos.
Porque cuando se te ha roto el amor o has perdido un trabajo o se te ha muerto el gato, las abuelas de Galicia dicen: ‘come filliña come’, y las abuelas son sabias.
Y es que el invierno con castañas asadas, es menos invierno.
CHESTNUTS TO THE WINTER
Before the potato was brought from America, chestnut was the basis of our diet, to such an extent that, in some parts of Galicia, they call potatoes to chestnuts. Since November onwards, chestnut woods are filled with half open burrs, showing their shiny smooth inner fruit.
I’m saying this because our cold is a tough enemy, not because of very low temperatures, but because it goes deep inside of you, like the best-learned lessons. Humidity of the air silently infiltrates through the skin pores right to our bones, and there are not enough layers of clothes to wear. That is why you have to fight back cold from inside out, and the chestnut street vendors are the best remedy. Set at the beginning of the Rúa Nova and the Rúa do Franco streets, they prescribe warmth wrapped up in newspaper. Posology: have half dozen of them when needed.
Two old wagons made of wrought iron and incandescent coal on the inside roast, between cold and premature nights, pounds of daily chestnuts; assuring a sweet aroma as soon as you enter the main entrances of the old town.
Impossible not to smile when you finally get your paper cone full of the roasted fruit and you clutch it between your hands. You peel one impatiently, it still burns…under the blackness it hides a golden tender inside, piping hot…you eat it and a warm steam goes down your throat and drowns your sorrows.
For when your couple has left you, or you have lost your job, or your cat has died, the grandmothers from Galicia usually say: ‘eat up, sweetie, eat up’, and grandmothers are wise.
And so I say: winter, with roasted chestnuts, is not such a winter.
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